Cómo entender la seguridad a través de la oscuridad
La seguridad es un tema muy importante hoy en día. Dondequiera que mires, alguien habla de cifrado, conexiones seguras o datos privados. Es un poco extraño, pero la mayoría de estos temas de seguridad no son realmente un secreto en absoluto; simplemente se basan en mantener oculta una pequeña parte, como una contraseña o una clave. Verás, los algoritmos de cifrado modernos son básicamente un libro abierto; cualquiera puede consultar las reglas. El ingrediente mágico que permanece secreto es la clave de cifrado. La razón por la que es tan importante es que mantiene los datos seguros incluso si todos saben cómo funciona el sistema. Así es como se construye la mayoría de los buenos sistemas de cifrado hoy en día, siguiendo este viejo principio llamado Principio de Kerckhoffs de 1883: «Aunque todos sepan cómo se hace la salchicha, esta permanece segura mientras la clave permanezca secreta».
Seguridad a través de la oscuridad
Esta idea suena bien al principio. Por ejemplo, si nadie conoce el cifrado o el método, no podrán descifrarlo, ¿verdad? Pero en la práctica, tiene sus fallos. Porque, claro, si mantienes tu sistema en secreto, siempre corres el riesgo: algún hacker o alguien con acceso físico podría encontrar la forma de entrar. Piensa en la contraseña de tu wifi o la clave secreta de una aplicación local: si alguien se empeña, algún día la descubrirá. Además, ocultar el sistema lo convierte en una pesadilla para mantenerlo o repararlo. Es necesario documentarlo todo claramente para los usuarios de confianza, pero esa documentación también puede caer en las manos equivocadas.
Tomemos como ejemplo el cifrado César, sí, el que usó Julio César. Básicamente, se trataba de cambiar las letras según un número fijo. Es simpático, pero ahora es totalmente inútil. Basta con probar cada cambio (solo hay 25 opciones posibles) y ¡zas!, mensaje descifrado. Ese es el problema: confiar en mantener el método en secreto es una apuesta perdida.
El enemigo conoce el sistema
En algún momento, cualquiera con la motivación suficiente descifrará o comprenderá tu enfoque, especialmente si has dejado pistas o documentación deficiente. Si tu seguridad depende de que el método permanezca en secreto, ese es un punto débil; una vez expuesto, toda tu configuración se desmorona. Por eso, la mejor decisión es mantener la clave real en secreto, a la vez que el sistema en sí es transparente y está bien probado. Es mucho más fácil cambiar una clave que reescribir todo el sistema.
Además, diseñar una buena criptografía no se trata solo de tener una fórmula secreta. Es muy difícil acertar a menos que seas un experto de verdad. Si un sistema se construye a la ligera sin una revisión adecuada, casi siempre presenta fallos, a veces bastante graves. La ventaja de los estándares de seguridad abiertos, como el cifrado AES, es que cualquiera puede revisarlos, mejorarlos y confiar en ellos con el tiempo.
Resumen
En definitiva, confiar solo en la confidencialidad es un error de principiante. La mejor decisión es diseñar sistemas seguros incluso cuando todos saben cómo funcionan. Conserva las claves secretas y asegúrate de que tu criptografía se base en estándares probados. De esta forma, podrás intercambiar claves fácilmente y corregir vulnerabilidades sin tener que reestructurar todo. Sinceramente, la mayoría de las veces es más fácil guardar un pequeño secreto que ocultar todo el sistema. Ojalá esto ayude a alguien a dormir mejor.
Resumen
- El cifrado moderno mantiene abiertos la mayoría de los detalles y confía únicamente en la clave secreta.
- La seguridad a través de la oscuridad es riesgosa y obsoleta.
- Una buena criptografía se basa en algoritmos bien probados y claves secretas.
- Cambiar claves es mucho más fácil que rehacer un sistema entero.
- La documentación adecuada es clave, pero debe estar protegida de miradas indiscretas.